Forma parte ya del lenguaje cotidiano denominar Zona Cero a aquel espacio (físico o no) que ha sido objeto de un acontecimiento de tal magnitud que, automáticamente, pone el contador a cero en la historia particular de ese sitio (físico o no): primero para que no se olvide y, segundo, para que todo pueda ser reformulado desde ese nuevo punto de partida. El momento actual de crisis generalizada puede convertirse (si no lo ha sido ya) en la Zona Cero para la arquitectura en nuestro país: un espacio de tiempo, concreto, a partir del cual nos veremos obligados a buscar nuevos caminos. / Forms part of everyday language to call Zero Zone to that space (physical or not) that has undergone an event of such magnitude that automatically sets the counter to zero in the particular history of that site (physical or not): first so that is not forgotten and, second, so that everything can be reformulated from this new starting point. The present time of general crisis can become (if it has not already been) at Zero Zone for Architecture in our country: a space of time, concrete, from which we will be forced to seek new ways.

22/11/12

MEGAESTRUCTURAS / REYNER BANHAM (parte 1)

En comparación con los dos títulos anteriormente comentados del viejo profesor, Reyner Banham: El Brutalismo y La Atlántida de Hormigón, MEGAESTRUCTURAS es un libro denso, con una intrincada trama de tendencias, proyectos y obras que culminan en lo que Banham denomina el Megaaño: 1964. Si en El Brutalismo, el crítico e historiador hacía referencia a un momento de la historia, la década de los 50, en el que los efectos de la Segunda Gran Guerra todavía se hacían evidentes, en la década siguiente, la de los 60 (aunque, en realidad, ambos movimientos coinciden a final de los cincuenta) se descorcha un periodo de completa revisión a todos los niveles; también en la arquitectura.

Cartel de la pelicula diseñado por Heinz Edelman
Los hijos de aquellos que habían sufrido los desastres del conflicto (tanto en la vieja Europa como en América del Norte) vuelven la espalda a la idea del Estado como garante de todos los derechos (idea que desembocó en el conflicto anterior) y proponen una sociedad más abierta. Son los tiempos del antimilitarismo (fundamentalmente en Norte América con la oposición a la Guerra de Vietnam), de la lucha por los derechos civiles, del movimiento hippie, de la contracultura y los movimientos pacifistas que, al final de la década, desembocarán en la Primavera de Praga y en el punto de no retorno del Mayo del 68.

En el arte aflora el movimiento pop que tiene en la imagen del Submarino Amarillo (1968) de los Beatles su instantánea para la posteridad. En la arquitectura es en esta década en la que, poco a poco, los tres grandes maestros vivos (Wright fallece en 1959): Le Corbusier (1965), Mies van der Rohe (1969) y Walter Gropius (1969) van abandonando este mundo.

Proyecto para el Lower Manhattan Expressway de Paul Rudolph, 1970

Nuevo muelle de Scheveningen, Holanda
Pero, ¿qué es en realidad una Megaestructura para Banham y los arquitectos que transitaron por esta nueva idea? Desde luego NO es ÚNICAMENTE un edificio de tamaño descomunal. Si ésta fuera una de sus características más definitorias, los ejemplos que el crítico nos presenta en su libro quedarían como miniaturas vistas desde el horizonte actual (50 años después) a la sombra de megaconstrucciones como la Biblioteca de Francia de Dominique Perrault o el Aeropuerto Internacional de Hong Kong de Norman Foster y tantos otros, sin mencionar los ejemplos de otras mega-construcciones que llenan los canales temáticos de las televisiones de hoy en día. En definitiva, aunque el TAMAÑO SÍ IMPORTA, este no es su único valor.

Como suele ocurrir cuando se intenta resumir un determinado movimiento en una única definición, ésta nunca resulta suficiente para abrazar toda la complejidad del mismo. Así que habrá que acudir, como hace Banham, a un desglose por epígrafes. Banham recoge en primer lugar (en el primer capítulo, Introducción. Dinosaurios del Movimiento Moderno) la idea de Ralph Wilcoxon, escrita en 1968, quien define la megaestructura, además de como una estructura de gran tamaño, como aquella que:

1       está construida con unidades modulares
2       es capaz de una ampliación grande y aún “ilimitada”
3       es un armazón estructural en el que se puede construir –o aún “enchufar” o “sujetar”, tras haber sido prefabricadas en otro lugar- unidades estructurales menores
4       es un armazón estructural al que se supone una vida útil mucho más larga que la de las unidades menores que ha de soportar

Aunque muchas de las definiciones de Wilcoxon dan en la diana una vez vistos la gran cantidad de ejemplos (más proyectos que obras) de megaestructuras que Banham cita en su libro: “modulares y ampliación” (que permite su crecimiento), “armazón estructural” (una entidad mayor que sirve de contenedor), “enchufar y prefabricadas” (de nuevo el crecimiento casi metabólico además de la tecnología), “vida útil” (la nuevas tecnologías permitirán el intercambio, la renovación, de aquellas partes que se vayan quedando obsoletas; de nuevo la cuestión de renovación metabólica), no contiene una de las ideas más fructíferas que anuncian las megaestructuras, su carácter de superestructura, en la que tiene cabida todas las funciones de la ciudad, o parte de ella, según la aportación del arquitecto Fumiko Maki hecha en 1964.

Concurso de la Universidad de Sheffield, propuesta de James Striling (proyecto que anuncia las megaestructuras según Banham), arriba, y  propuesta para la Univ. de Leeds (1963) de Chamberlain Powel, abajo

Kenzo Tange, proyecto para el puerto de Boston (1959)
 Tras introducirnos en aquellas construcciones, y muchos proyectos, que Banham repasa en Antedecentes (Cap. 2) y Pioneros (Cap. 3), el profesor se detiene en 1964, el megaaño, en el que va tomando forma la idea de la megaestructura, no como elemento autónomo, autosuficiente, sino como una entidad que sirva para vertebrar la compleja ciudad contemporánea (y también el territorio), de acuerdo con las premoniciones de Maki. Este nuevo enfoque no sería posible sin el magistral antecedente (visto en Pioneros) de uno de los más destacados arquitectos del momento, el maestro japonés Kenzo Tange, que además de sentar las bases del movimiento conocido como Metabolismo, dio las pistas para entender cómo una megaestructura (en realidad muchas megaestructuras conectadas entre sí) puede quedar articulada en una gran metrópolis como demostró de manera genial en su memorable Proyecto para la Bahía de Tokio de 1960.

Kenzo Tange, proyecto para la bahía de Tokio (1960)



Kenzo Tange, Centro de comunicaciones Yamanishi, Kofu (1967) 

Kisho Kurokawa, proyecto para ciudad agrícola (1961) 
En 1964, el megaaño Banham desgrana el momento en el que las teorías de las megaestructuras toman, siguiendo las propuestas académicas de la Cittá‑territorio desarrolladas en las Escuelas de Arquitectura italianas, la ciudad y el territorio en un mismo plano, eso sí con más propuestas que obras realizadas, mediante organizaciones complejas que pueden resumirse en el “edificio-estera” que se despega del suelo, apoyado sobre pilares, permitiendo las separación entre el tráfico rodado y el peatonal que, inmediatamente, se rescataría para su aplicación real en los grandes malls de todo el mundo; esta tendencia tiene su exponente más conocido en el proyecto para el Centro de Frankfurt (1962) de Candilis/Josic/Woods uno de los grupos de arquitectos defensores de lo que ellos denominaban “megaformas”.

Propuesta para el área central de Hook New Town del London County Council (1961-62) 

---------------------------------------------------------------------SIGUE EN: MEGAESTRUCTURAS (parte 2)